Vertigo



Hace años tenía sobre la mesita de luz una pila de libros que hacía de buffer de selección. Quiero decir, cuando terminaba uno agarraba otro de la pila y listo. Los años pasaron y durante un tiempo entraron muchos más libros de los que tenía capacidad de sacar… abolida la pila buffer y, mudanza de por medio, abolida también la mesita de luz.


Miro con cierta añoranza aquellos años inocentes donde la selección de la próxima lectura era un proceso simple. Acabo de terminar de leer Vertigo de W.G. Sebald, trato de escribir unas líneas, y no puedo recordar cómo fue que empecé a leerlo. Sufro de ese mal moderno que es el exceso de opciones, mi forma de lidiar con esto parece ser la randomización total de la selección.

En uno de mis tantos libros no escritos, un personaje sin nombre, una persona angustiada y agobiada por una vida insignificante, incapaz de lidiar con los problemas más triviales, constantemente imagina eventos apocalípticos que pongan en jaque el orden establecido y le ofrezcan una oportunidad de reinventarse. En fin, una de esas personas para las cuales el desafío más grande del día, después de levantarse, es elegir qué gusto de Nespresso prepararse.

Divago, que es un poco lo que me pasó mientras leía Vertigo, una obra difícil de catalogar cuya primera parte es una biografía de Stendhal, la segunda un recuento de viaje con tinte autobiográfico, la tercera una narrativa de un periodo dificultoso de la vida de Kafka y la última retoma al personaje sin nombre de la segunda parte en su regreso al pueblo natal después de 30 años.

¿Cuál es la trama de esta narrativa? Ninguna aparente, el leitmotiv del libro es la memoria, el recuerdo y la identidad, donde las partes autobiográficas interactúan muy sutilmente con las referencias biográficas de Stendhal y Kafka.

Objetivamente es una narrativa sobre cómo Sebald construye su identidad en base a referencias culturales (muchas de ellas literarias), sobre cómo todo recuerdo se convierte en ficción, y sobre una Europa de identidad fragmentada. 

Lo mágico de la narrativa está en la forma en la que opera sobre el lector, porque al principio fortalece la veracidad del relato a través de referencias biográficas de escritores reconocidos y localidades con historia propia. Hasta llegar a la última parte, donde Sebald recuerda su infancia, y acá pone en duda la validez de sus recuerdos y por extensión cuestiona la veracidad de toda historia.

El párrafo más memorable del libro dice:
“The more images I gathered from the past, I said, the more unlikely it seemed to me that the past had actually happened in this or that way, for nothing about it could be called normal: most of it was absurd, and if not absurd, then appalling.”
Todo el libro es un rompecabezas, y para empezar a descifrarlo es necesario avanzar en su lectura.

Acá termina el análisis objetivo, para mí Vertigo fué un libro raro, leí de un montón de gente expresiones cómo “no pude dejar de leerlo”, “me atrapo desde la segunda página”, etc. No comparto para nada esas opiniones, si bien hubo varios momentos donde no pude dejar de leerlo, fue solamente porque estaba buscando un punto aparte que a veces se hace esperar unas páginas.
 
Fue un libro árido, que a menudo me llevó a recordar viajes y algunos momentos de mi infancia. ¿Me pregunto si el autor buscaba algo de esto, si el lenguaje que utiliza me despertó algún tipo de empatía, o simplemente se trata de una prosa lenta que mi cabeza rellenó con elementos similares?

Vertigo me resulta difícil de recomendar, creo que es una obra donde la experiencia tiene más que ver con la lectura que con el libro, y si bien en ésta lectura encontré varias cosas de interés, no sé qué encontraría si lo volviera a leer, o que podrá encontrar otro lector.

Eso sí, durante la lectura decidí que mi próximo libro va a ser Piquito de Oro de Gustavo Ferreyra. Me lo prestaron en mi cumpleaños, y fue a parar a una misteriosa nueva pila de libros en un rincón de mi biblioteca donde están los libros prestados.

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