Elric of Melniboné

Con la popularidad alcanzada hoy por la fantasía heroica, post adaptación de Lord of the Rings al cine y la televisación de Game of Thrones, los clichés, modismos y el lenguaje mismo del género son parte de la cultura popular casi en igual medida que el mundo de los superhéroes.

En este contexto, es difícil analizar o incluso leer la saga de Elric of Melniboné fuera del hipertexto del género al que pertenece. Difícil porque el texto se lee muy fácilmente como una crítica al estado de lo que constituía la fantasía heroica hasta ese momento, y porque es negando aquellos modismos que Michael Moorcock (que los lee en forma despectiva) termina creando el arquetipo del antihéroe.

Elric es delgado, albino, débil, frágil, todo lo opuesto de Conan, un personaje supuestamente amoral que para mantenerse con vida necesita de hierbas especiales, o la energía vital que le provee su espada sentiente Stormbringer que no sólo mata a sus enemigos, sino que también devora sus almas.

Es una crítica al modo de épica romántica en que está escrito, entre otras cosas Lord of the Rings, modo que Moorcock califica de Epic Pooh; porque es una prosa para geriátrico, donde constantemente se busca complacer sin brusquedades, con héroes intachables, villanos inconfundibles, el final inevitablemente favorable... en cambio, el tono de Elric es, casi opuesto, ácido, parco, a veces lacónico.

La saga en sí, es una serie de historias cortas, compilada por diferentes editoriales en distinta forma, y cuya primera historia apareció por primera vez en 1961. En ese momento, por todo lo mencionado arriba, fue vanguardia y siendo uno de los primeros arquetipos del antihéroe, fue copiado innumerables veces, la última y más notoria con el nombre de Geralt of Rivia el alvino antihéroe de la saga The Witcher hoy muy popular por sus videojuegos.

Cómo género se la encuentra tanto en el subgenero Sword & Sorcery cómo en el de High Fantasy. Cada historia por separado se lee como una aventura individual, con un trasfondo de lucha épica entre las fuerzas del caos y el orden.

En su totalidad, la saga original no supera por mucho las mil páginas, leerla está muy lejos de ser un emprendimiento titánico como pueden ser sagas más recientes, como The Wheel of Time o Malazan Book of the Fallen.

A pesar de ser limitada en extensión, leída de corrido logra en ciertas ocasiones volverse repetitiva; Varias veces Elric se encuentra vencido, a merced de algún enemigo que elige postergar su muerte para hacerlo sufrir, y deus ex machina mediante, Elric logra escapar; o viceversa, Elric, a pasos de alcanzar su venganza es frustrado por algún artilugio que permite escapar a su némesis, postergando la situación hasta la próxima historia.

Por supuesto, esto se debe a que en su concepción, Elric es una serie en el sentido de publicación de la era de las revistas de género, que guarda más similitud con una saga cómo Conan que con otras sagas actuales, publicadas directamente en formato de libro. Valga más como advertencia al lector que como crítica de forma.

El texto en sí es simple, es una serie de aventuras sin mayores complicaciones, breve en descripciones y desde el punto de vista del narrador omnisciente. Comienza la historia narrando la caída de Elirc del trono, la traición de su primo y la muerte de su amada. Moorcock crea de este modo un antihéroe atrapado en sus circunstancias, un personaje anacrónico de una raza en decadencia, aliado de las fuerzas del caos pero destinado a luchar en contra de éstas.

A medida que la saga avanza se va produciendo una metamorfosis en el tono que Moorcock utiliza, existen momentos sobre el comienzo, donde acusa y hace responsable a Elric, como la muerte del duque Avan Astran:
He died because Elric of Melnibonè desired a peace and a knowledge he could never find. He died by the Black Sword.
Elric es el actor, Stormbringer el instrumento utilizado para dar muerte. Pero, tratándose de una espada sentiente, Moorcock disloca esta relación y la invierte, convirtiendo a Elric en el instrumento y a Stormbringer en el actor de varias muertes.

Al mismo tiempo, Elric es una encarnación del Eternal Champion predestinado a devolver el balance entre las fuerzas del caos y el orden, y forzado a esgrimir Stormbringer a pesar de sus reservas y temores por tratarse de un instrumento del caos.

Así, dentro del texto Elric carga con la culpa y la pena de estos actos, pero fuera del texto Moorcock lo libera de esta carga, dejando a sus lectores incapaces de juzgarlo como asesino. Como agente del destino y portador de Stormbringer, Elric es más victima que victimario.

Ahí es donde Moorcock falla, Elric es EL antihéroe, está aliado a las fuerzas del caos (que en un principio asocia con el mal), persigue objetivos egoístas, pero al final, es instrumento último del destino, y si bien el final no es nada comparable con un final romántico del tipo de Lord of the Rings, no alcanza las expectativas que genera la misma crítica que Moorcock hace del género.

Indudablemente Elric es un personaje de estatura mítica y su lectura no sólo tiene mérito desde el punto de vista del análisis de la evolución del género fantástico, pero desgraciadamente es está lectura crítica hacia el género, y no el propio contenido, la que brinda su lectura más satisfactoria.

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