En Cualquier Lado – Metarealismo Trascendental


“Las cosas, mientras no existen, existen de otra manera y tratan de proponer sus propios términos o de recibir términos que se proponen. Pero nunca encajan completamente los términos y las cosas: por eso los términos confusos son los mejores, aunque tienen el efecto de crear cosas confusas. Lo confuso es tenso, y lo tenso está vivo.”
Eso de “los términos confusos son los mejores, aunque tienen el efecto de crear cosas confusas.” es probablemente lo más brillante que Pablo Katchadjian dice en este librito, lo resume.
En Cualquier Lado es lo suficiente confuso o ambiguo como para permitir miles de interpretaciones y análisis, la pregunta es si los merece… probablemente no, pero por otro lado, y como evidencian estas palabras, por lo menos merece uno de esos análisis.
 
En la cuarta o quinta hoja, ya estaba pensando un poco en la obra de David Lynch, algo de Lost Highway, mucho de Mulholland Drive, un toque de Twin Peaks… me resulta fascinante una obra que valora más las preguntas que las respuestas, que puede generar escenas valiosas casi independientes de la trama.
Acá lo valioso no es buscar pistas, atar cabos, ver el rompecabezas armado y maravillarse de lo brillante que es el autor y lo inteligente que es el lector que pudo entenderlo. Lo valioso está fuera de la obra, y es la calidad de preguntas y pensamientos que este tipo de obra estimula.
 
Para mí éstas son las obras donde más válida es la idea de que el autor pierde autoridad sobre el sentido de su trabajo, el libro se convierte en un espejo que nos refleja nuestras propias creencias respecto a cómo interpretamos la realidad, y cuál es el rol de la ficción. Y si el autor, comete el error de responder a estas preguntas, rompe el misterio, aniquila la cualidad principal de su creación. Por eso en estos casos evito leer entrevistas o explicaciones que dé el autor, sólo pueden decepcionarme.
 
Volviendo al libro, es ambiguo en un sentido positivo, pero también es desprolijo, inconsistente y apresurado. Creo que lo habría beneficiado muchísimo ser o bastante más breve, o muchísimo más largo. Está atrapado en un estadio intermedio, por momentos parece un conjunto de notas para escribir una novela, por momentos un cuento al que se le pegaron hojas de otro libro. Si me encontrara con el manuscrito del libro, y me dijeran: “terminalo”, sentiría que avanzar en cualquiera de los dos sentidos sería arduo y doloroso, o mejor dicho, que requeriría un escritor, no simplemente alguien con ideas.
 
Hay tres partes muy distinguibles en el libro, una parte narrada en primera persona dónde autor, narrador y personaje parecen ser casi lo mismo, una segunda parte que es una épica surrealista informada por un narrador omnisciente, y finalmente, un desenlace a tropezones donde el personaje es tan cambiante cómo la trama confusa.
 
Por momentos me pareció interesante la posibilidad de que sugerido en todo el texto está la idea de que vivimos intoxicados, por necesidad o por elección, para inmunizarnos del veneno o inmunizarnos de la realidad:   
“… al despuntar el alba encaraban el día laboral como si nada hubiese pasado. Volvían ya en el ocaso, aún dormidos, y sólo se despertaban con la primera dosis de veneno.”
“Pero a pesar de los esfuerzos, ni Teresa ni Diodora, ni tampoco los nuevos habitués, lograban la inmunidad. Al contrario, se sensibilizaban cada vez más, se volvían víctimas de sus propias maquinaciones y fantasías.”
La vuelta de tuerca más interesante que puede (o no) estar sugerida en esas palabras que puse al principio “Las cosas, mientras no existen, existen de otra manera y tratan de proponer sus propios términos o de recibir términos que se proponen. Pero nunca encajan completamente los términos y las cosas: por eso los términos confusos son los mejores…” es que el veneno con el que todos estamos intoxicados, una intoxicación que afecta nuestra percepción de la realidad casi constantemente, no viene en frasquito sino en la forma de signos.
 
El lenguaje es un filtro increíble que usamos para crear una representación interna del mundo que nos rodea (y no solo del mundo, sino también de nosotros en ese mundo), y la idea de que estamos intoxicados de lenguaje es tan buena como la de que estamos infectados de lenguaje.
 
...Pero por ahí el libro trata de cualquier otra cosa, a mí me prendió eso… por ejemplo, en otra parte hace una parodia del poder que me hizo pensar en el Mahābhārata en que la única conclusión lógica es que el problema del poder no tiene solución. El príncipe dirigiéndose a su ejército: “Así que voy a faltar a la promesa que hice a mi madre, porque eso es lo que considero ético. Gato no sabía nada, es cierto: tengo que confesar que lo traje engañado y por lo tanto también a ustedes. ¿Pero qué podía hacer? ¿Ustedes hubieran venido de saber la verdad?” … “Les pido disculpas, pero sepan en todo caso que no los hubiese engañado si no hubiera estado seguro de que la recompensa les hará agradecer el engaño cuando yo recupere mi territorio.”...
 
O más adelante, la forma en la que el ejército elige sus capitanes: “Con capitanes rotativos según el tamaño de la cabeza: un día cada uno, del más cabezón al menos.”
 
Quizás en realidad el libro no trata de nada y es un repositorio de memes lingüísticos, y lo confuso de la trama es la excusa para meter entre dos tapas cosas tan dispares como:  

“Los pasos largos de ella tenían la forma de un murciélago seco.”

“¿Dónde es el baño?, le pregunté, y ella, sin mirarme, me señaló una puerta. Pero detrás de esa puerta había otra cosa: acostado en el piso, un cadete, rodeado por unos diez cadetes más, trataba de embocar un rollo de cinta scotch en una caja de cartón que habían colgado del ventilador de techo; por turnos, los cadetes intentaron embocar la cinta y todos fracasaron.”

“...después vimos un partido de fútbol con dos pelotas.”

“¡Qué difícil! ¡Qué difícil! Contar todo de nuevo: ¡qué difícil!... tengo que poder… Es así: robé un caballo y me escapé a un cerro, donde conocí a una mujer y tuve hijos. Después terminé acá, de alguna manera”. Hubo un silencio. “Es una buena historia”, le dijo Petrano. “Sí, esa es mi vida”, dijo Luganor. “Ah… ¿Y así perdiste el ojo?, le preguntó Gato. “No, el ojo lo había perdido antes”. “¿Y los dedos?”. “Antes también”.

“A los bobos les hablan del paraíso, pero nosotros nos dedicamos al placer” 

“Flotamos en una deriva que nos va transformando en cosas que no entendemos, vemos y no vemos, oímos y no oímos, sentimos y no sentimos.”

En fín… lo único que realmente me molesta es lo desparejo que es, no lo confuso, ni lo poco tradicional, esas cosas las aprecio; pero veo el potencial para algo mucho más interesante, desperdiciado tal vez por querer abarcar más, tal vez por la necesidad de terminarlo.

Lo mismo que con este blog, estos son algunos de los problemas de no tener un editor en serio.