Cómo me reí, autobiografía Aira style.




Cómo me reí es un ensayo autobiográfico… en poco más de 100 páginas Aira construye una de sus narraciones más “serias”, aunque no por eso menos artificiosa.
Hay declaraciones, confesiones, construcciones, que son difíciles de creer, que tienen su justificación en la estética y no en la verosimilitud, y otras casi opuestas, que tienen justificación en la construcción de unidad de la narrativa.
Por ejemplo, una confesión que casi paso por alto: “Siempre fuí muy poco observador”, me resulta imposible de aceptar de cualquier escritor. A la fuerza, un escritor es observador, su originalidad puede ser la de una visión diferente, pero es observador al fin. “Tardé muchos años en darme cuenta de que los demás nunca entienden nada. Es decir, entienden otras cosas.
Cuando nos cuenta de su adolescencia, nos muestra como se ve en retrospectiva; humildemente dice:
Yo era un adolescente común y corriente, como todos, típico, en todo caso un poco más lento, más inmaduro. O más neutro, más invisible. Como si entonces no hubiera existido y ahora me estuviera inventando.
Aira observa la vida a su alrededor, y lo que ve son los mecanismos de la narrativa, ve el comportamiento de la gente cómo el de personajes, esto es lo que me parece que tanto contrasta con aquella afirmación “siempre fui muy poco observador”, porque es observador, y ve estructuras detrás de lo observado.
Una de las pocas cosas, o la única, en la que fui precoz, fue en la comprensión de los mecanismos de la literatura.
Esa estructura que son los mecanismos de la literatura, lo frustran, porque ve actores, no personas. Ve intenciones detrás de actuaciones que no considera legítimas. Esto es lo que lo lleva a decir:
Mi vocación literaria, de la que siempre estuve tan seguro, debió de ser una vocación "contra" la literatura.
Como autobiografía, es una narrativa que busca generar empatía hacia el autor, empatía y simpatía… es una tragicomedia donde el mismo autor se queja de que lo único que consiguió con su producción literaria fue risas de parte de sus lectores. Siempre es Aira contra Aira, el escritor versus la persona, reconstruye su vida desde una humildad un poco forzada. En un párrafo resume la impresión que quiere dar:
Hay situaciones que se viven como un relato, a veces me pasa, por deformación profesional, pero yo nunca entiendo la situación en la que estoy, por algún motivo que no acierto a explicarme, las vivo como chistes cuya "gracia" se me escapa y debo inventarlas después laboriosamente, a lo largo de los años. Chistes de los que nadie podría reírse jamás.
A pesar de la credibilidad que demos al relato, Aira expone algunas ideas que hace tiempo que llevo en la cabeza y que él expone de forma elegante:
Contra lo que podría pensarse, el verosímil es un artificio; la realidad no es verosímil, no necesita serlo.
Cada vida es reflejo de esto, una recopilación de eventos inverosímiles que nos recuerdan que el único dios creíble es el azar, y es un díos cruel. Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega - dijo Cervantes.
Y otra que me recuerda un poco a Wolfe cuando decía “Time turns our lies into truths
De todos modos, no se puede desdeñar el poder de autorrealización que tienen las palabras... Uno termina convencido de que su creencia es un arma mortal de puntería infalible: basta con creerlo para que suceda. Pero esa convicción es incrédula en sí.
Leer Cómo me reí lleva demasiado poco tiempo y esfuerzo como para no hacerlo. Y ayuda a poner toda la obra de Aira en perspectiva.

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