Lo que el modelo se llevó



Terminé de leer el Lo que el modelo se llevó de Nicolás Lucca y empecé a escribir estas palabras, que se convirtieron en una diatriba contra el Kirchnerismo donde ya me cuesta diferenciar lo que escribí yo de lo que extraje directamente del libro. Lo tuve que frenar antes de que se me fuera de las manos y llegara a Carlos V.

Lo peor que nos dejó extender la convertibilidad hasta el punto de hacerla estallar, estirarla mucho más allá de lo que cualquier teoría económica podría haber justificado, no fue la crisis económica del 2001, no fue que el que deposito dólares recibió papelitos, ni siquiera fue la pérdida de competitividad con el resto del mundo.
Sostener un modelo insostenible desembocó en crisis política, que en su pico máximo expresó “¡Que se vayan todos!”, una conclusión sostenible en la creencia de que no hay responsabilidad política… y en estas condiciones la democracia, entendida simplemente cómo el acto de elegir a nuestros representantes, es incapaz de ofrecer otra alternativa que no sea el suicidio cívico colectivo frente a las urnas.
Este hueco profundo de credibilidad dejo a algunos con ganas de participar en la política, bajo la falsa premisa de que en este país si participas en política puede que tu aporte sirva para hacer las cosas mejor… Los que se apuraron se evaporaron en la re-entrada a la “sociedad civil”, una institución mitológica en este país.
Los que esperaron un poco pudieron formar parte del Pro o del espacio vacante que dejaba Duhalde tras su partida del poder. Partida tras la cual se dieron las elecciones del 2003, en la que el ignoto Néstor Kirchner salía segundo en las urnas con el 22% de los votos y el aparato prestado, allá donde todavía el 14% de la población se animaba a votar a Lilita y un candidato se presentaba con el partido Confederación para que se Vayan Todos.
Y entonces llegaron… con discurso, promesas, y algún que otro simbolismo al principio… con más discurso, mentiras sobre lo que se hizo, más promesas y ataques a cualquiera que piense diferente después… con más y más discurso, mentiras absurdas sobre cómo en la villa 31 se vivía mejor que en el palacio Hohenzollern de Berlín, distribuyendo la culpa al neoliberalismo, al imperialismo, a la dictadura y a todos los que vinieron antes… mientras tanto al testarudo que se niega a entender las virtudes del modelo lo tildamos de gorila, cipayo, imperialista, y le recordamos que la tiene adentro porque la de ellos es la voluntad popular y si no te gusta gana las elecciones, porque así es como tiene que funcionar la democracia.
Vinieron y nos democratizaron hasta la forma de hacer internas y mirar futbol. Junto con cualquier cosa polémica que quisieran avanzar. Con el mecanismo fácil de tildar de antidemocrático a cualquiera que se oponga.

La “democratización” de los medios fue una medida política para desarmar un grupo de medios que ellos ayudaron a crear (Magneto era de los que iba a almorzar a Olivos, para los que se olvidaron)… la “democratización” de la justicia fue remover a jueces molestos y designar a dedo a fiscales con onda…

Mientras tanto dilapidamos los ahorros de la Anses en Futbol Para Todos, y reemplazamos nuestra política internacional por una en la que nuestros grandes amigos democráticos son Iran, Venezuela, China y Rusia. Usaron hasta el hartazgo el supuesto deseo de otros para cumplir con los propios… Es lo que quiere el pueblo!
Para la preguntonta de porque ahora la juventud es más activa políticamente, más militante, la respuesta es simple: Hacía mucho que en Argentina no teníamos un gobierno demagógico tan hábil en el uso de la propaganda política.
El libro de Lucca no destruye el Kirchnerismo, el Kirchnerismo se destruye sólo para quien tenga un poco de espíritu crítico y trate de entender cómo puede ser que el mismo gobierno que aniquiló la pobreza y la desocupación necesita gastar cada vez más en subsidios y planes trabajar, cómo el gobierno que hace en nombre de los pobres gasta casi 1900 millones en aviones a los que jamás se van a subir, cómo el gobierno que nos democratizó hasta la forma de ver la tele defiende el régimen de Maduro… lo que sí hace el libro de Lucca es recordarnos algunas cosas que por ahí a fuerza de quedar muy atrás en el pasado uno va olvidando, cómo el decreto de Néstor que le dio al grupo Clarín el monopolio de la televisión por cable, ese monopolio que después había que combatir con la ley de medios para “democratizar” los medios…
A Lucca hay que reconocerle la capacidad de hacer una frase cómo “las bondades del modelo de redistribución del subsidio con base a impresión de billetes con valor sojero agregado” y otras tantas que resumen desde la sátira el escenario que vivimos.
Explica también que la peor derrota que sufrimos fue la cultural, porque este gobierno busco legitimarse frente a la historia levantando banderas ajenas, reescribiendo el pasado, y mediante la magia de las palabras y la propaganda dividieron al pueblo en dos, los que están a favor y los que están en contra, estos últimos están en contra de la democracia, en contra de los derechos humanos, en contra de la redistribución, en contra de recuperar los recursos del estado, en contra del autoabastecimiento de hidrocarburos, en contra de la soberanía monetaria… un pueblo quebrado ideológicamente los voto en las legislativas del 2005 y las presidenciales del 2007, y los que estaban en contra pasaron a ser desestabilizadores políticos, oligarcas vende patria, buitres!... Y en este escenario fue que ningún político de peso electoral se animó a manifestarse en contra de las políticas del gobierno, es tan triste cómo cuando ganó De La Rua, en esa época había que jurar e hiperjurar que la convertibilidad no se tocaba, hoy hay que prometer por tu madre, los santos evangelios y tu mascota que Futbol Para Todos y los subsidios llegaron para quedarse, que Aerolineas Argentinas no se privatiza… no hay propuesta, todo termina en “el debate y el diálogo” porque cualquier propuesta se puede atacar sistemáticamente y restar puntos… mientras desde el nuevo oficialismo ya ni se molestan en profundizar la profundización del cambio, basta con fe y esperanza, cómo cuando se juega al quini o llueve muy fuerte y no se hicieron las obras prometidas.

Todos se prendieron en un juego en el cual el oficialismo puso las reglas. Dentro de ese concepto de la nada que llaman “Nacional y Popular”, ellos mismos eligieron a sus enemigos y los clasificaron ideológicamente

¡Dejemos de comprar propaganda!, cualquiera reescribe el pasado, se adjudica logros nunca alcanzados, te dice que estamos bárbaro y después si algo sale mal le echa la culpa a cualquiera y se hace la víctima. Eso último me indigna muchísimo, que se victimice la persona con más poder en el país me parece lisa y llanamente un insulto.
Y para cerrar, o mejor dicho, irme, dejo una viñeta sobre propaganda del libro Europe de Norman Davies, las “five basic rules” son la receta que nos aplicó con mucho éxito cuanto peronista de turno tuvimos al poder.

PROPAGANDA is the child of conflicting belief, and of people’s determination to spread their own doctrines against all others. Its origins undoubtedly lay in the religious sphere. It is in essence biased, being most successful when it appeals to hatred and prejudice. It is the antithesis of all honest education and information.
To be most effective, propaganda needs the help of censorship. Within a sealed informational arena, it can mobilize all means of communication—printed, spoken, artistic, and visual—and press its claims to maximum advantage. To this end, the Roman Officium de Propaganda Fidei, from which the term derives, worked alongside the Inquisition. It became one of the Vatican’s permanent congregations in 1622.
Propaganda was no less prevalent in Protestant and Orthodox countries, where the Churches were subordinated to state power. Political propaganda, too, had always existed, though without the name. It was boosted by printing, and later by newspapers and broadsheets. It was most in evidence in wartime, especially during civil and religious wars. During the 1790s, French soldiers were given to appearing in the enemy camp armed only with leaflets.

In the twentieth century, the scope for propaganda was dramatically expanded by the advent of new media, such as film, radio, and TV; by the techniques of marketing, mass persuasion, commercial advertising, and ‘PR’; by the appearance of Utopian ideologies; and by the ruthlessness of the totalitarian state. ‘Total propaganda’ and the art of ‘the Big Lie’ was pioneered by the Bolsheviks. Lenin, after Plekhanov, distinguished between the high-powered propagandist, who devised the strategy, and the low-level agitator, who put it into practice. Where Soviet agitprop led, the Fascists were quick to follow.

Theorists of propaganda have identified five basic rules:
1. The rule of simplification: reducing all data to a simple confrontation between ‘Good and Bad’, ‘Friend and Foe’.
2. The rule of disfiguration: discrediting the opposition by crude smears and parodies.
3. The rule of transfusion: manipulating the consensus values of the target audience for one’s own ends.
4. The rule of unanimity: presenting one’s viewpoint as if it were the unanimous opinion of all right-thinking people: drawing the doubting individual into agreement by the appeal of star-performers, by social pressure, and by ‘psychological contagion’.
5. The rule of orchestration: endlessly repeating the same messages in different variations and combinations.

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