Hace muchos años agarré por
primera vez Neuromancer, y después de leer los primeros capítulos lo dejé... no
estaba preparado. Pasó mucho tiempo desde entonces, pasaron varios libros por
mis manos, muchas películas frente a mis ojos, fui adquiriendo ese gustito, moldeándome
para apreciarlo.
Y ahora recuerdo que si empecé a
leer fue por la Ciencia Ficción… y me acuerdo de todas las cosas que me
llevaron a este momento… los videojuegos de los ‘90 donde tanto se sintió el
impacto del Cyberpunk, la primera vez que vi Blade Runner que la vi con mi
viejo cuando ni siquiera había alcanzado la pubertad, mis primeros encuentros
con Ghost in the Shell y Akira, aquel día que fui a ver The Matrix sin saber de
qué se trataba, Johnny Mnemonic y el delfín wireado, cuando de chico estuve en una sala de computadoras
con las cintas, los diskettes de 8 pulgadas, los monitores de fosforo verde… mi
primera 286, la primera vez que instale una distribución Slackware de linux,
Battle Angel Alita, mi fugaz paso por facultad de ingeniería, mis años
escribiendo para PC-Juegos…
Todo colapsa y por un momento Gibson me transporta a un futuro tan
cercano que es mi pasado, mi historia cultural.
Mientras escribía Neuromancer
William Gibson fue a ver Bladerunner y quedó aterrado por las similitudes con
su manuscrito, similitudes que asumió que la gente pensaría que él tomó de la
película. En el corazón de esta anécdota está el leitmotiv del Cyberpunk y la
verdadera fuente que inspiró a Gibson, Scott y casi todo el mundo occidental
por allá lejos en el comienzo de los ´80.
El Cyberpunk es la expresión cultural
resultante de dos eventos que sacudieron durante dos décadas al mundo
occidental. Por un lado, la llegada de la computadora personal y la “era de la
información”, y por el otro la penetración cultural de Japón y todos esos excesos
no reprimidos que dejaron con la boca abierta a los norteamericanos.
Gibson dijo “Modern Japan simply was
cyberpunk." Y así se concibió el sub-genero, por ahí sería más
correcto decir que el Cyberpunk es la interpretación que desde Estados Unidos
hacían del Tokio de los ’80, extrapolada a un futuro no muy distante.
Fuertemente urbanizada, paisajes artificiales y modernos, esquinas con
pantallas gigantes e infinidad de marquesinas llenas de luces de neón, un mar
de gente por donde hacer circular un auto parece difícil o imposible. Ahí es
donde Blade Runner impone lo más distintivo del Cyberpunk, la estética.
Gibson sigue esta estética, “high
tech and low life” mostrando un mundo desgarrado, antesala de las distopias
post-modernas de los ’50 – ’60, que refleja las ansiedades modernas que nos
llegaron con la revolución informática. Gibson es el sucesor de Dick, no pega
el salto quántico a un renacimiento distópico, narra la crónica de la caída del
hombre.
Night City was like a deranged experiment in social Darwinism, designed by a bored researcher who kept one thumb permanently on the fast-forward button. Stop hustling and you sank without a trace, but move a little too swiftly and you’d break the fragile surface tension of the black market; either way, you were gone, with nothing left of you but some vague memory in the mind of a fixture like Ratz, though heart or lungs or kidneys might survive in the service of some stranger with New Yen for the clinic tanks.
Un mundo oscuro y siniestro donde
la informática subyace a todos aspectos de la vida, y corporaciones
multinacionales reemplazan a los gobiernos estatales como centros políticos,
económicos y militares. Una sociedad caótica y sobrepoblada relacionándose en
un medio tan efímero que es imposible de regular con eficacia.
He knew this kind of room, this kind of building; the tenants would operate in the inter zone where art wasn’t quite crime, crime not quite art.
Neuromancer fué publicado en 1984, años antes de
que tuviéramos nuestros primeros encuentros con internet, y fue en este libro
donde Gibson acuño el término cyberspace y el concepto de the Matrix.
“The matrix has its roots in primitive arcade games,” said the voice-over, “in early graphics programs and military experimentation with cranial jacks.” On the Sony, a two-dimensional space war faded behind a forest of mathematically generated ferns, demonstrating the spatial possibilities of logarithmic spirals — cold blue military footage burned through, lab animals wired into test systems, helmets feeding into fire control circuits of tanks and war planes. “Cyberspace. A consensual hallucination experienced daily by billions of legitimate operators, in every nation, by children being taught mathematical concepts... A graphic representation of data abstracted from the banks of every computer in the human system. Unthinkable complexity. Lines of light ranged in the non space of the mind, clusters and constellations of data. Like city lights, receding..."
La prosa de Gibson es así,
cargada de terminología, la mitad existente la mitad inventada, compleja y
muchas veces en el límite de lo comprensible:
the way the matrix had once reminded him of proteins linking to distinguish cell specialties. Then you could throw yourself into a highspeed drift and skid, totally engaged but set apart from it all, and all around you the dance of biz, information interacting, data made flesh in the mazes of the black market…
Neuromancer
está lleno de metáforas y de imágenes, todas ancladas en una estética que hoy
quedó en el pasado, una de las mejores a mi gusto fue muy bien recreada en
Ghost in the Shell:
He flipped and found himself staring down, through Molly’s one good eye, at a white-faced, wasted figure, afloat in a loose fetal crouch, a cyberspace deck between its thighs, a band of silver trodes above closed, shadowed eyes. The man’s cheeks were hollowed with a day’s growth of dark beard, his face slick with sweat.He was looking at himself.
Otras son imagenes irrealizables:
The Kuang program spurted from tarnished cloud, Case’s consciousness divided like beads of mercury, arcing above an endless beach the color of the dark silver clouds. His vision was spherical, as though a single retina lined the inner surface of a globe that contained all things, if all things could be counted.
Y otras son increíbles pero
revelan partes críticas de la trama así que mejor no las pongo…
Como con todo, los límites del
Cyberpunk como sub-genero son difusos, pero creo que tiene sus comienzos en Blade
Runner (aunque todavía faltaba la cosa informática tan
distintiva), se define y madura en Neuromancer, alcanza su pico en los ’90 en el
anime con Ghost in the Shell y juegos como Deus Ex y Syndicate, para terminar
muriendo en The Matrix.
En la literatura M. John Harrison
redefine el Cyberpunk y lo mezcla con otros géneros en Light; en el cine murió
y le cedió el lugar a Marvel, DC y todas las distopías basadas en novelas Young
Adults; en los video juegos, estamos teniendo un pequeño revival en los nuevos
Shadowrun, Deus Ex Human Revolution, y dos proyectos anunciados Cyberpunk 2077
y Deus Ex Mankind Divided... Que bien le haría al cine contagiarse un poco del
mercado de juegos, que se anima a visitar el pasado renovándose…
Neuromancer es lectura
obligatoria, para quienes quieran revivir el espíritu de la ciencia ficción de
los ’80 / ’90, para todos los que hayan disfrutado Blade Runner, Ghost in the
Shell o The Matrix, y para todos los amantes de la Ciencia Ficción.
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